martes, 22 de mayo de 2007

El legado holandés

Desde mi Tribuna

Me gusta el fútbol. Disfruto viendo buenos partidos de fútbol, leo prensa, me compro revistas, me interesa el fútbol internacional, los grandes equipos europeos, sus plantillas, los fichajes, los rumores, tácticas, ligas, mundiales... Y también me gusta el pre y el postpartido. Escucho los halagos a los que lo hacen bien y las críticas, a veces injustificadas e incoherentes, a los que lo hacen mal. Me entretiene que es lo importante. Me parece un deporte muy sano, en el que no se hace daño, no se mata, ni se golpea, solamente se compite. Se compite por ganar, lo que siempre supone un aliciente, es un buen deporte, sano, como tantos otros.

Sin embargo, lo que realmente me gusta es sentarme en mi casa o ir al bar y degustar un buen partido de fútbol. Disfruto viendo jugar bien al fútbol, igual que lo hago cuando escucho una buena canción o veo una buena película. Y es en esto en lo que reconozco que me considero con suerte de ser seguidor del equipo que posiblemente lleva a su máximo exponente aquello del buen fútbol. El Fútbol Cub Barcelona.

Es difícil apostar por un club o por una selección de fútbol que la mayor parte de los años haga una apuesta tan descarada por salir a un campo de fútbol a demostrar que son los mejores, que quieren ganar (esto es lo común en todos los equipos) pero además haciéndolo con un modelo, con un estilo de fútbol. Un estilo que le dice al rival estos somos nosotros y así jugamos al fútbol. Y es aquí dónde llego a la raíz de este asunto: el legado holandés.

Mirando un poquito hacia atrás, y dejando de lado toda la historia del fútbol en blanco y negro(Alcántara, Zamora, Samitier, Kubala, Luis Suárez, y Guerra Civil incluída), llegamos al año 1971 en el que llegó a Barcelona Marinus Michels. Un entrenador conocido por su disciplina y seriedad. Míster Mármol, aportó una nueva mentalidad, otra forma de ver el fútbol. Lo hizo en la liga española y lo hizo con la selección holandesa. Con el Barça ganó una copa de ferias y una liga en la que siempre se recordará por el 0-5 del Bernabéu aplaudiendo aquella exhibición. Rinus Michels no sumó muchos títulos, pero logró algo impagable a dia de hoy. Un estilo de juego, un manual de cómo salir al campo a divertirse, a tocar el balón y a que éste corra más que el jugador. Y no sólo lo hizo con el Barça. Se pueden ver los vídeos de partidos de la Selección de Holanda de 1974, aquella Naranja Mecánica que llevó a cabo el fútbol total, y que se quedó a las puertas de besar la gloria.

Después de aquellos años, el Barça siguió jugando, y siguió ganando, como cualquier equipo grande, que poco a poco va sumando títulos. Incluso se vieron épicas remontadas como contra el Anderlecht en la final de la Recopa, la invasión de Basilea, o la llegada de magníficos jugadores como Quini, Schuster o el D10S Maradona, Líneker, y un largo etc. Pasaron también buenos entrenadores como Rifé, Helenio Herrera, Menotti,Venables o Luis Aragonés. Pero desde finales de los 70 hasta finales de los 80 el Barça perdió lo que le había hecho ser grande: su identidad. Se jugaron cientos de partidos, y estoy seguro que ganaron muchos, empataron menos y alguno que otro perdieron. Y sumaron títulos. Y los aficionados disfrutaron como disfuta cualquier aficinado cuando ve a su equipo alzar algún título importante. Pero quizá se dejó de ser fiel a ese patrón que Michels logró establecer años atrás.


Tuvo que ser el mejor de sus discípulos quien regresara a Can Barça para reinventar la segunda versión del fútbol total. Obviamente hablamos de Johan Cruyff. El elenco de jugadores que el aficionado barcelonista pudo disfrutar están en mente de todos, los títulos que se consiguieron también. Se trazó un largo camino de seis años en el que se forjó el Dream Team, el que posiblemente es el mejor equipo del Barça en sus 109 años de historia. Aquel equipo maravilló al mundo entero, igual que años antes lo hizo el Milán de Sacchi. Y su ciclo terminó, pero al igual que hizo el Barça de Michels, el Barça de Cruyff dejó en la retina de los aficionados al fútbol ese sabor diferente de jugar al fútbol. El aroma de disfrutar jugando, lo que cuesta tanto ver en cualquier terreno de juego hoy en día. Johan logró cuadrar el círculo: ganar jugando.



El adiós de Cruyff pudo ser el final de una era, el volver a caer en el error de apostar por otra manera de jugar para ganar, y seguir ganando, posiblemente mucho menos, como por ejemplo fue la temportada de Bobby Robson, con Ronaldo como máximo exponente. Aquella temporada, 1996-97, el Barcelona ganó tres títulos y se marcaron muchos goles, pero posiblemente al final de aquella temporada la afición barcelonista marcó un punto de inflexión en la historia del club.
La afición quería ganar (como todas) pero quería ganar jugando bien, porque sabía que se podía hacer y que posiblemente era el camino mejor para conseguir el mayor número de éxitos. Y así se quiso continuar con la tradición holandesa, con el volver al fútbol con extremos, a la entrada por bandas, a la circulación rápida del balón, a los rondos, al juego colectivo, al achique de espacios, a la presión para recuperar el balón lo más adelante posible, al toque y toque (o tiqui taca) en el centro del campo, a jugar siempre de una misma forma, sea cual sea el rival.
Este momento de cambio del verano de 1997 (¿Te acuerdas Luisito?) pude verlo en el Nou Camp, presentación del equipo con casi 110 mil personas en el estadio con una sola idea: la ilusión de un proyecto que gana y da espectáculo.
Y se continuó ganando, a pesar del carácter de sargento de hierro de Louis Van Gaal.

Y después llegó una época oscura en la historia del club, con entrenadores que en principio podrían ser válidos, pero que no calaban en la masa social. Hasta que con multitud de cambios en todos los estamentos del club se volvió a apostar por la escuela holandesa, por un tipo desconocido en los banquillos que lo fue todo como jugador de fútbol. Frank Rijkaard. Y tras unos comienzos complicados, el fútbol y los resultados vuelven a estar ahí. El Barça como la referencia del equipo que hace mejor fútbol en Europa.

En conclusión, en el fútbol, con multitud de pequeños detalles que definen partidos, con errores y aciertos en los fichajes, con o sn lesionados, con suerte o sin suerte, tengo claro una cosa: no siempre se gana, porque es imposible ganar siempre y porque en fútbol, uno más uno muchas veces es dos pero dos más dos raras veces suma cuatro. Se suceden las temporadas y se observa que unas veces es un equipo el triunfador y otras veces otro. Pero si leen el palmarés de los títulos ganados en los últimos años de un equipo que juega bien al fútbol y se compara con cualquier otro, el resultado será incontestable. Ese equipo que ha marcado un patrón de juego, un estilo, una forma de salir a competir al campo es el que ha ganado más y el que se acaba recordando en la retina de cualquier buen aficionado al fútbol. Y si además ha sabido conjugar el buen juego con victorias, y títulos, por tanto, ese será el equipo que habrá sabido marcar las verdaderas diferencias, las que quedan en la retina y memoria de los aficionados.

Personalmente soy de los que no dudan que el buen juego es el que acaba dando los mejores resultados. Se pueden perder batallas, pero a la larga, miren el palmarés de los años que estuvo jugando ese equipo. Por eso yo apuesto por por el buen fútbol, por lo que me hace disfrutar frente al televisor de mi casa. En definitiva apuesto por el Barça, por la escuela holandesa y por su legado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cruyf es un jodido pesetero, lo ha demostrado siempre. No quita para decir que su manera de jugar el atque me encantó.