Es inútil tratar
de aprender a besar
tan cerca ya del fin.
Esas manchas de rímel
en tus párpados gimen
y dejan cicatriz.
Y ya no tiene sentido
discutir quién ha sido
de los dos
el que empezó a flirtear
con las flores del mal
y el desamor.
No sé por qué
las caricias que ayer
conseguían prender
mi excitación
ya no me calman la sed,
la humedad de tu piel se marchitó.
Y no hay palabras que ocupen
el lugar que no supe yo llenar.
Se nos ha muerto el amor,
mejor decirnos adiós sin llorar.
Noches de tormenta...
olvido, lágrimas y alcohol.
Quédate tú con todo
pero déjame solo
con mi soledad.
Qué más te puedo decir,
ojalá seas feliz
sin mirar atrás.
No me arrepiento de nada
tal vez, de madrugada,
el sentir...
cuando te añoren mis huesos
y me duelan los besos
que te dí...
1 comentario:
Triste pero realmente bello. Un magnífico poema.
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