Cataluña, una rémora para España
Lo decía el otro día un contertulio de La Mañana de la Cope y tiene, como no podía ser de otra manera en la emisora de Dios, más razón que un santo: Cataluña es en la actualidad una rémora para España. No funcionan los trenes, la red eléctrica es un desastre, el aeropuerto insuficiente, las autopistas son de peaje y la crisis de talentos es tan grande que hasta el Presidente de la Generalidad es de importación.
Si a todo esto le unimos el problema el idioma y que la región se ha convertido en un granero de votos de socialstas y otros rojos, se llega a la conclusión de que lo mejor que podemos hacer los patriotas para resolver el problema es concederles la independencia y esperar que se estrellen solitos. Además, Cataluña es una peligrosa influencia para otras comunidades autónomas que han tomado su estatuto como ejemplo y lo han copiado de forma casi literal. El asunto es tan contagioso, que el virus se ha extendido incluso a comunidades gobernadas por nosotros, lo que es además de un motivo de preocupación una contradicción que el partido lleva más mal que bien.
Sé que esto que afirmo aquí puede resultar algo más que polémico, sobre todo en un españolista de tan rancia tradición como la mía, pero créanme que no es producto de una insolación veraniega si no de una larga y profunda reflexión. Y no se trata de algo que haga a título individual. Basta que ustedes escuchen nuestra emisora de radio, incluso cuando Federico y César están de merecidas vacaciones, para que comprueben que somos muchos los que pensamos así. No hay día que no surja un contertulio que no pida algo parecido a lo que yo solicito aquí y que en coro, una tradición que hemos heredado de nuestra afición a misa, el resto responda subiendo la apuesta.
Eso sí, una independencia con ciertas condiciones, que no piensen estos catalanes que se van a ir de rositas. Estamos preparando una larga lista de cosas que se quedan en España, pero de momento avanzamos que se vayan olvidando de Baqueira, que no es cuestión de tener que pegarse cada fin de semana la paliza de ir a los Alpes; lo mismo ocurre con Sitges, que por petición expresa de César Vidal, se queda en territorio nacional.
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