viernes, 16 de diciembre de 2011

Vida perra

ELENA NEGUEROLES | MIEMBRO DEL CONSELL VALENCIÀ DE CULTURA

"Dicen que en el momento de la Creación una línea separó a los hombres del resto de las especies animales, las cuales vivían según sus propias reglas. Un día los hombres escogieron a los lobos más dóciles para que les defendieran y les ayudaran a cazar. Los elegidos, al seguirlos, cruzaron la frontera, perdiendo para siempre su independencia. 

A partir de ese momento quedaron en una tierra de nadie, donde dejaron de ser lobos, sin llegar a ser hombres, aunque ellos crean que lo son. La raza humana mantuvo sus distancias, asumiendo que los lobos domesticados, a los que llamaron perros, están destinados a sufrir penalidades que consideran injustas para su propia especie, tal como indica el lenguaje utilizado para quejarse de algo: llevar una vida de perros, ser tratado como un perro, estar solo como un perro... 

Es cierto que hay perros muy queridos y cuidados, unos pocos incluso con excesos insultantes, que nada les aportan, pues sólo sirven para halagar la vanidad de sus dueños, pero la inmensa mayoría arrastran una vida miserable que acaba muchas veces con una muerte prematura: por atropello, por sacrificio o simplemente por tristeza y soledad. 

Mi madre dedicó mucho tiempo y desvelos para proteger a los perros abandonados y hoy, 40 años después, yo sigo sus pasos, sin que la situación haya mejorado lo más mínimo. Los particulares ponemos paños calientes, pero la solución está en manos de las autoridades. Es imprescindible la voluntad política para eliminar el problema de raíz, como han conseguido otros países, donde la tasa de abandono es cero."
Para lograrlo sería necesario aplicar muchas medidas: 

-Control exhaustivo del microchip.
-Multas ejemplarizantes y cumplidas con rigor.
-Incluir en los planes de estudio la ética animal para concienciar desde niños en el respeto a los seres vivos.
-Facilitar la tenencia de animales, en lugar de dificultarla. Los propietarios de mascotas deben cumplir sus obligaciones cívicas: recoger los excrementos, llevarlos atados.., pero hay que destinar parques o espacios donde los perros corran libremente , permitir el acceso a los transportes públicos, y por supuesto no cobrar impuesto por la tenencia de mascotas, como ha propuesto algún Ayuntamiento.
-Revisar la ley de protección de los animales de compañía que en nuestra comunidad es insuficiente y además no siempre se cumple. 

Pero, la medida prioritaria es: 

Frenar la superpoblación canina de modo preventivo, no matando a los que ya están aquí o permitiendo que malvivan encerrados, sino impidiendo que nazcan aquellos que nuestra sociedad no puede cuidar. 

Para conseguirlo: 

-Hay que realizar campañas de esterilización. En los centros públicos se deberían de esterilizar todos los animales y subvencionar las castraciones en protectoras y particulares.
-Los criadores deben de tener limitadas las camadas de modo que no saturen el mercado ni exploten a las hembras.
-Las mascotas no deberían ser exhibidas ni vendidas en tiendas, para no dar pie a compras compulsivas.
-Los cazadores deben de tener limitado el número de perros de sus jaurías y todos ellos han de ser censados y microchipados, evitando las camadas no deseadas.
-No se debe permitir la entrada masiva de animales de otros paises, en su mayoría de Europa del Este, pues, además de llegar, generalmente en malas condiciones, con un alto índice de mortalidad en el viaje, constituyen una competencia desleal para los miles de abandonados que esperan en las perreras una adopción que no les llega nunca.
-Se deben de hacer campañas para fomentar las adopciones, tanto en los medios como en vallas, autobuses... 

En esta sociedad actual, saturada de graves problemas de supervivencia para tantos hombres, a algunas personas les puede parecer inadecuado preocuparse por la suerte de unos animales, pero la crisis no ha hecho más que agravar una situación que nunca se ha resuelto pues ni siquiera en tiempos de euforia económica se le ha prestado la menor atención. Mirando hacia otro lado no desaparecen los miles de perros que son sacrificados o agonizan en perreras. La solución no es matar o encerrar en rediles animales sanos, sino planificar para que no haya ni un solo perro sin hogar. Ello es posible si hay voluntad política. Habría que dedicar algo de tiempo y un poco de dinero, pero no sería a fondo perdido, porque se recuperaría con creces, ahorrando los gastos derivados de la ausencia de planificación. 

Los perros son los animales que más se han acercado al hombre y que más necesitan sus cuidados y su amor, hasta el punto de no poder vivir sin ellos. No los tratemos como no nos gustaría ser tratados; no olvidemos que: 

...«Nos convertimos
en los responsables
de su bienestar,
desde aquel momento
en que al lobo fiero
lo hicimos faldero,
poniéndole al cuello
correa y collar»...

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