miércoles, 30 de noviembre de 2011

El resultado de los resultados

No suelo dedicar tiempo en mi blog a cuestiones políticas, pero leyendo a Luis García Montero encontré este artículo que me gustó y quiero dejar constancia de él.

"Como es lógico, la interpretación de los resultados electorales depende mucho de los intereses de cada cual. Por eso conviene que cada cual tenga cuidado con sus decisiones, no vaya a leer y analizar los datos según los intereses de otro. Después de la mayoría absolutísima del PP, la cúpula empresarial, los especuladores consultados y los líderes del neoliberalismo europeo se dan prisa en pedirle a Mariano Rajoy que utilice su fuerte respaldo en las urnas para imponer reformas inmediatas. El masivo apoyo y sus 186 diputados suponen algo así como un cheque en blanco para acelerar las renuncias estatales, los recortes y los cambios en la legislación laboral que exigen los mercados.

Como los españoles han votado una opción neoliberal, parece que van a arrimar el hombro y a asumir con su empobrecimiento gustoso este tipo de medidas. Esa es una interpretación. Pero también son posibles otras. Mis humildes ojos, por ejemplo, no están dispuestos a leer e interpretar los resultados de acuerdo con los intereses de la banca. Tampoco estoy dispuesto a utilizar el nombre de España o de Europa para olvidarme de la diferencia real que existe entre la mayoría de los ciudadanos y las apetencias de los grandes protagonistas de la economía especulativa. ¿Para qué piden mi apoyo?

Es verdad que el PP ha obtenido 186 diputados. No es verdad que haya conseguido un apoyo masivo, ni siquiera mayoritario, de los españoles. En unas elecciones en las que ha participado el 71,69 % del censo electoral, la candidatura de Mariano Rajoy ha obtenido el 44,62 %. Eso significa que, si dejamos a un lado la hojarasca de una ingeniería electoral manipuladora, de los 34.301.332 votos posibles, el PP ha conseguido 10.830.639, muchos votos, pero desde luego no una mayoría absoluta o un respaldo masivo. En realidad, le faltan casi un millón de votos para conseguir un tercio de las simpatías del electorado español. En otras palabras, casi un 70% de los españoles han preferido por diversos motivos no apoyar al PP.

Les doy el latazo con estos datos para justificar mis preocupaciones. Puede parecer una locura afirmar, después de los gritos de victoria absoluta conseguida por el PP, que uno de los peligros más graves que tiene hoy España es el definitivo descrédito de la política y la democracia. No sé si con menos de un tercio del voto real tiene mucho sentido insistir en el papel todopoderoso de un Gobierno fuerte para tomar cualquier tipo de medidas. Su crédito, desde luego, no va a sustentarse en la confianza ciega de los ciudadanos. Será difícil que la gente trague con ruedas de molino por amor a su patria y a su presidente. Supongo que los poderes reales, en esta situación, no están preocupados por convencer, sino por derrotar a la gente en la calle.

Las medidas que tomará el PP en nombre de este falso respaldo masivo abrirán todavía más la brecha entre la España oficial y la España real. El desprestigio de la política se multiplicará en la medida en que se empobrezca la vida de los ciudadanos. Y las declaraciones gubernamentales estarán cada vez más lejos de la experiencia concreta de las personas. Muchos pescadores y pescadoras populistas querrán sacar partido demagógico en este río revuelto, deteriorando el verdadero debate político de nuestra democracia. Cuidado con los rencores.

Es bueno tenerlo en cuenta porque se abre ahora en los partidos y en los sindicatos un tiempo de debate. Congresos, asambleas, direcciones, comités y conciliábulos deberán meditar tácticas y estrategias. Lo que de verdad está en juego en cada organización es decidir si sólo se trata de recolocarse en el ámbito de la España oficial o si se prefiere abrir cauces políticos de futuro con la España real. Mientras la brecha se abre, será necesario elegir bando. Para recolocarse, bastará con una farsa que mantenga los dominios y repartos establecidos. Para apostar por la España real, será necesario cambiar las políticas, las actitudes y hasta los rostros. Las interpretaciones de los resultados electorales tendrán resultados políticos como ya lo han tenido las malas interpretaciones de las encuestas. Desempolvar a Felipe González ha sido uno de los mayores errores del PSOE. No sé si les conviene seguir desempolvando."

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