Breves reflexiones de Martí Perarnau acerca del trabajo que se realiza en La Masia desde hace décadas:
1.- La cantera pura es una entelequia. Que un jugador inicie sus
primeros pasos en la escuela del Barça (6 años) y termine en el Camp Nou
es un camino posible, pero dificilísimo. Quien más cerca ha estado de
lograrlo es Martí Riverola, que jugó en todas las categorías posibles
pero, finalmente, no pudo asentarse. El siguiente de la lista es Sergi
Samper, todavía en el Juvenil A. Pero las dificultades para lograrlo son
extraordinarias.
2.- Toda cantera se construye a base de captar.
Todo equipo se hace a partir de agregar jugadores llegados de distintas
procedencias, salvo los equipos básicos de colegios, cuyos componentes
surgen -salvo excepciones- de las propias aulas. Los pequeños clubs se
nutren de los colegios; los medianos de los pequeños; y los de grandes
ciudades, de los clubs de pueblos. La pirámide es constante. Podríamos
decir que ninguna cantera es autosuficiente y necesita, inevitablemente,
hacerse con los servicios de jugadores salidos de otras entidades
inferiores.
3.- La captación ha de ser coherente con el modelo de
juego. El punto anterior es universal, pero captar no significa
acertar. Hacerse con los mejores talentos de una determinada zona no
garantiza nada. La captación ha de realizarse en función del modelo de
juego que posea un club o un equipo determinado y debe obedecer a unos
objetivos concretos, no solo a que un chaval sea -en genérico- bueno. Si
no hay modelo de juego, entonces no importa demasiado el perfil a
captar.
4.- La cantera debe ser artesanal. El talento es
esencial. La formación, también. Y la formación ha de ser minuciosa,
constante, detallada y permanente. No basta con enseñar. Hay que enseñar
con el mimo del artesano. No solo se precisan muchas horas (un jugador
que llega al Camp Nou puede acumular 5.600 horas de formación) sino que
deben ser horas de calidad, ricas y bien enfocadas. Es artesanía
moldeando futbolistas.
5.- El darwinismo es implacable. Por más
talento, formación y coherencia con un modelo de juego que se tenga y
aplique, Darwin acaba haciendo siempre de las suyas. Accidentes,
lesiones, azar, la fortuna de un mal día o de una gran noche, la
confianza de un técnico, aprovechar la oportunidad... mil situaciones
acaban confirmando a un chaval en el primer equipo o llevándole lejos de
su sueño. Es inevitable. El fútbol es como la vida.
6.- Los
ascensoristas son decisivos. Todo lo anterior puede ser perfecto pero
fallar el ascensorista, el entrenador que dará la oportunidad y abrirá
la puerta definitiva. El entrenador del primer equipo es el principal
ascensorista, pero no lo es menos el del filial. Si este último, por
interés personal, rompe el equilibrio entre búsqueda de resultados y
formación continuada de las promesas, la puerta no se abrirá.
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