Dicen que todas las ligas tienen un nombre o un apellido. Ésta es la liga del 5-0. La anterior fue la de de los 99 puntos. La tercera liga consecutiva del Barça, la tercera desde que Pep Guardiola entrena al equipo. Tres de tres. Una vez más fue el mejor equipo, el que mejor jugó, el que no dejó de batir recórds semana tras semana. Los barcelonistas recordaremos esta liga por el partido que se jugaba en el Camp Nou aquel lunes 29 de noviembre. Allí llegaba el Real Madrid con una plantilla de lujo y en un gran momento de forma dispuesto a dar un golpe de efecto a la liga. Sin embargo el Barça hizo el mejor partido de su historia reciente, superando incluso el 2-6 de hace dos años, en 90 minutos de puro fútbol "delicatessen".
A partir de ese momento el Barça siguió jugando en el campo como mejor sabe, con su toque, con su circulación de balón, con su fútbol de tiralíneas consiguiendo unos números brutales. Sin embargo el entrenador del máximo adversario después de semejante varapalo, y herido como nunca en su orgullo, comenzó una feroz confrontación buscando contínuamente la gresca y la provocación. Realmente no sorprende cuando el personaje en cuestión hizo lo mismo años atrás en Inglaterra y en Italia. Su gran problema, una vez más, es que aquí se encontró un equipazo llamado Barça.
Recuerdo mucho un gran artículo de Santiago Segurola que escribió hace unos años titulado "El precio del victimismo" . Me gustó porque refleja esa teoría que tengo ya desde hace muchos años y que dice que desde la llegada de Cruyff al banquillo azulgrana algo cambió en el Barça y en el fútbol español. Los números no engañan. La filosofía del club tampoco. Tal artículo lo dejé reflejado en este blog. Dos años después, tal día como mañana podría aparecer en las crónicas que acostumbra a escribir en su diario y no desentonaría en absoluto.
"El victimismo debilita. También en el fútbol, terreno abonado para las coartadas. Alrededor del Madrid comienzan a establecerse teorías conspirativas, supuestas tramas y sospechas de favores al Barça. El club permanece en silencio, pero el clima es de queja constante. Cada semana se hace un puntilloso inventario de las actuaciones arbitrales, en busca de errores que acrediten las tesis de la persecución. Esta lamentable espiral ha crecido en los últimos años, con un pésimo efecto para el Madrid. Es más fácil buscar excusas que analizar los errores que ha cometido el club en los últimos 20 años, errores que han convertido al Madrid en un triturador de presidentes, técnicos y jugadores.
Nada tiene que ver esta dinámica perversa con una conspiración universal. El Madrid se ha vuelto impaciente y nervioso, preso de constantes insatisfacciones. Siempre fue el más estable y sereno de los clubes españoles, cualidades que le permitieron tomar una considerable ventaja sobre sus rivales. Los viejos aficionados no olvidan los mediocres años del Barça entre 1960 y 1990, consumido por los mismos defectos que ahora se aprecian en el Madrid. Era un equipo sin identidad, más preparado para lamentarse que para competir. Su autocompasión le hizo débil, le apartó de la realidad, le alejó del Madrid.
Ahora se habla del profundo efecto que tuvo Cruyff en el Barça, y siempre se refiere el cambio a cuestiones futbolísticas. Es indudable su contribución en este aspecto, pero hubo otro impacto de igual o mayor calibre: el abandono del victimismo como motor de la historia. Más que eso, Cruyff comenzó a trasladar al Madrid el problema que tanto daño hizo al Barça. Dos décadas después, el resultado se aprecia en el clima casi paranoico que se ha instalado alrededor del Real Madrid."
Me gusta la dinámica que tiene el Fútbol Club Barcelona porque desde hace muchos años se están haciendo las cosas muy bien, más allá de ganar o perder un partido, una copa o una liga. Ese trabajo bien hecho es lo que ha permitido haber recogido, estar recogiendo y seguir recogiendo sus frutos. Por eso en estos momentos de alegría me gusta acordarme de todos esos entrenadores que apostaron por una idea que está dando tantos éxitos al club a todos los niveles. Cruyff, Rexach, Van Gaal, Rijkaard y Guardiola. Al propio Pep sé que también le gusta recordarlo conocedor como nadie del Barça y de todo su entorno.
¡Gracias Barça por tantas alegrías y por hacernos disfrutar tanto con este equipo!